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Entrevistes
Entrevista a Claudia Neira
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Finestres
18.09.2025

Con motivo de la próxima celebración de Centroamérica Cuenta en Llibreria Finestres, hemos hablado con la directora del festival, Claudia Neira, para profundizar en los pilares de esta iniciativa, tan necesaria en el mundo de hoy.

Centroamérica Cuenta es un festival itinerante con una edición anual que se celebra en distintos lugares de Centroamérica y del Caribe, y otra edición en Madrid. ¿Qué significa para el festival añadir Barcelona a su agenda?

Para nosotros, además de motivo de gran alegría, es de alguna manera de saldar una deuda pendiente, y hacerlo de la mano de Finestres, lo hace más relevante aún. La ciudad tiene una tradición literaria y editorial muy poderosa y nos abre nuevas posibilidades de diálogo entre Centroamérica, el Caribe y Europa. Cada edición del festival es un puente, y ahora sumamos otro punto de encuentro donde nuestras historias pueden escucharse y dialogar con públicos diversos.

El festival tiene un enfoque claramente político: a través de las historias que a veces sólo la literatura es capaz de contar nos damos de frente con realidades no siempre fáciles. Según tu parecer, ¿cuál crees que es el poder de la literatura como medio para transformar el mundo?

La literatura tiene la capacidad de ponernos en la piel del otro. Nos permite conocer, sentir, comprender y cuestionar realidades que quizá de otra forma no nos tocarían, o no conoceríamos. No cambia el mundo de golpe, pero sí cambia la mirada de quien lee, quien escucha, quien discute, y de esas miradas transformadas nacen las posibilidades de cambio colectivo.

¿Por qué es importante, para un festival como Centroamérica Cuenta, ofrecer una plataforma a voces que viven y piensan desde los márgenes?

Porque desde los márgenes suelen surgir las miradas más potentes y originales. Iberoamérica, tantas veces narrada desde fuera, necesita contar sus historias en primera persona, pero no solo discutirlas entre pares, sino poder expandir la mirada, los puntos de vista, crear nuevas realidades. Nuestros invitados provienen de diversas realidades y tienen diferentes trayectorias y eso hace que puedan fluir ideas y sean abordadas con una pluralidad de puntos de vista.

¿Es verdad que el Festival se organiza desde el exilio? ¿Cómo es contar Centroamérica desde fuera?

Sí, nos ha tocado reinventarnos desde el exilio. No es fácil porque el exilio implica desarraigo, pero también nos ha mostrado que Centroamérica está en su gente, en su memoria y en sus historias, allá donde se encuentren. Contarla desde fuera es doloroso y desafiante, pero también nos ha permitido tender nuevas redes y mantener viva la conversación sobre nuestra región, reafirmar nuestro compromiso y ampliar la mirada. Hemos visto el exilio como una oportunidad de expandirnos y es así como este año celebramos, por ejemplo nuestro quinto aniversario en España, primero en Barcelona y en Sevilla.

En un contexto como el actual, en que parece que reinan la desinformación y los discursos que no permiten cuestionar, apostar por el diálogo y el encuentro es un modo de resistencia. En ese sentido, ¿qué retos tienen hoy día los proyectos culturales y literarios como el CAC?

El gran reto es sostener espacios donde la palabra y el diálogo sigan teniendo valor. Frente a la polarización y la desinformación, la cultura puede abrir un resquicio para la escucha, la duda y la reflexión. En nuestro caso, el reto es mantenernos creativos, generar alianzas y seguir defendiendo la literatura como un lugar de resistencia y de encuentro. Y eso lo hacemos no solo desde nuestra programación, sino también desde la lista de autoras y autores que programamos, los temas que abordamos, los socios y aliados con los que trabajamos -Librería Finestres en este caso, nuestras contrapartes, etc. Compartimos valores, formas de ver el mundo y, sobre todo, creemos en que la cultura, debatir ideas y reflexionar sobre las mismas aportamos a crear sociedades más inclusivas e implicadas en lo que sucede a nuestro alrededor. Hay retos enormes de financiación, pero también muchas oportunidades para apostar por nuevos enfoques, identificar nuevas voces, y ver distintos puntos de vista.

Por último, ¿cómo ves el futuro de Centroamérica?

Lo veo con preocupación, pero también con esperanza. Preocupación porque es una región marcada por crisis políticas, sociales y económicas persistentes, con ciclos que se repiten cada tanto tiempo, dictaduras, crimen organizado, narcotráfico, enormes violaciones a la institucionalidad democrática, a la separación de poderes, al estado de derecho, a los derechos humanos y a la libertad de expresión, son solo algunos de las realidades que se enfrentan a diario. Una región que expulsa lo mejor que tiene: su gente. Pero se gente que migra, no migra en silencio, se lleva bajo el brazo el compromiso con este istmo y desde donde esté sigue aportando y comprometida con el desarrollo de la región. Callarnos y quedarnos de brazos cruzados nunca ha sido, ni será una opción, pero siempre por las vías cívicas, democráticas y de la creación.


*Retrato de Lisbeth Salas