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Entrevistas
ENTREVISTA A SÒNIA MOLL, AUTORA DEL VILLANCICO DE FINESTRES
por
Finestres
15.12.2025

Sònia Moll es poeta y este año ha sido la encargada de escribir la Nadala que acompaña la ilustración de Natalia Zaratiegui, en la postal que cada año regalamos para felicitar las fiestas a los clientes y clientas de la Llibreria Finestres. La hemos entrevistado para conocer cómo ha sido el proceso de componer este poema, que mira la Navidad desde una perspectiva crítica, alejada de los tópicos tradicionalmente asociados a estas fiestas.

¿Qué imágenes o ideas han sido tu inspiración para escribir esta nadala?

Durante el proceso creativo, una de las cuestiones que surgieron en las conversaciones con la ilustradora, Natalia Zaratiegui, fue la contradicción con la que vivimos las fiestas de Navidad: por un lado, nos genera malestar que sean un gran escaparate de consumo excesivo, una competición entre ciudades por lograr la iluminación navideña más impresionante y cara, una promesa absurda y dolorosa de armonía familiar; por otro, constatábamos que, como sociedad pero a menudo también de manera individual, parece que necesitamos ese escaparate para ocultar todo aquello que nos incomoda, incluidas realidades tan crudas como la guerra o la soledad. A partir de ahí, con el poema quise tejer conexiones entre la idea del desierto, que para mí contiene toda esa realidad que no queremos mirar, y los elementos navideños que nos sirven de coartada: las guirnaldas, las luces, los personajes de los villancicos, el belén familiar, los zapatos que esperan los regalos de los Reyes…

La Navidad es una fiesta llena de tópicos. ¿Cómo lo has llevado al terreno de la poesía y cómo dialoga este texto con el resto de tu obra?

Para empezar, ya que debía llamarse nadala, quise que el poema lo fuera plenamente, tanto en la forma como en el contenido; es decir, que tuviera la estructura de una canción tradicional (estrofas de versos con el mismo número de sílabas y un estribillo) y que hablara de la Navidad. A partir de ahí, entré en la iconografía navideña subvirtiendo la lógica del tiempo y del espacio: la gata que se pierde persiguiendo una guirnalda llega al otro extremo del continente, o del mundo, en un instante, como si simplemente hubiera abierto una puerta y entrado en otra realidad; o quizá llega en una eternidad, quién sabe. Como la gata, yo también empecé a jugar con los símbolos navideños, haciéndolos colisionar, salpicándolos, creando imágenes nuevas que mezclaran lo sagrado y lo cotidiano, lo colectivo y la intimidad, el juego y la soledad. Este ir y venir entre ámbitos supuestamente alejados aparece a menudo en mi poesía; es desde ahí desde donde este poema dialoga con el resto de mi obra.

¿Qué idea central te gustaría que se llevara quien lea este poema?

Me gustaría validar el desencaje que muchas personas experimentamos, en mayor o menor medida, durante las fiestas de Navidad, porque hemos quedado fuera de las expectativas de la familia tradicional, sea por el motivo que sea. No es fácil convertir los márgenes en espacios habitables, válidos, en los que se reconozca la vulnerabilidad al mismo tiempo que se construyen otras formas de relacionarse y de ser familia. El rastro que me gustaría que dejara el poema es ese impulso del alma que busca la ternura, el amor, el vínculo, sin ocultar el dolor o la soledad que conlleva vivir en los márgenes. Pienso que hay una belleza muy profunda en este movimiento hacia la alteridad, en cada intento que hacemos por vincularnos desde un deseo no solo de estar bien, sino también de hacer el bien.

Tu mirada incluye una perspectiva feminista. ¿También está presente en esta nadala?

No habría llegado nunca a la reflexión que comentaba hace un momento si no hubiera sido gracias al feminismo. El enfoque desde esta perspectiva, por tanto, está presente de fondo, porque es desde un feminismo interseccional, transinclusivo, antirracista y anticapacitista desde donde surge la crítica al sistema cisheteropatriarcal que engendra violencias simbólicas y concretas en torno a las fiestas de Navidad. En el poema en sí, la propia tergiversación de los tópicos es una declaración de intenciones en este sentido (la Virgen no se peina, sino que «peina el agua»; «las madres mecen la sed» habla de cuidados nada idílicos, al borde de la supervivencia más dura). Más que un tema, el feminismo es una manera de mirar el mundo para transformar aquello que nos violenta.

¿Qué lecturas o influencias artísticas han sido decisivas para tu obra?

Soy deudora de poetas que se acercan al misterio desde la herida, la honestidad y la lucidez. Desde Anise Koltz, poeta de cabecera, pasando por Wislawa Szymborska, la propia M. Mercè Marçal (los ecos de «Cançó del bes sense port» son evidentes en la nadala), Tadeus Różewicz, Oscarine Bosquet, Kirmen Uribe… También bebo de poetas que incorporan el sentido espiritual y de trascendencia, como Carles Torner, David Jou, Teresa Costa-Agramunt. Y, por supuesto, poetas que gritan desde los márgenes (como Alda Merini y la Princesa Inca) y poetas queer que han forjado mi mirada feminista del mundo: Gloria Fuertes, Roberta Marrero, Txus Garcia, June Jordan, Audre Lorde…

Si pudieras formular un deseo para estas fiestas, ¿cuál sería?

Que todas las personas que viven en los márgenes encuentren la puerta ajustada —como dice el final del poema— en algún lugar donde puedan sentir que las esperan.


LA NADALA

La gata arriba al desert

perseguint una garlanda.

L’Arbre Sant perd els cabells

la Verge pentina l’aigua.

Al sarró del rabadà

la soledat juga amb l’aire.

Vindràs a acotxar-me, amor,

quan arribi la Nit Santa?

La soledat al racó

i el brou calent dins la tassa.

Al pessebre i al desert

tots els rius són rius de plata.

Les mares bressen la set

l’aigua reneix a les flames.

Vindràs a abraçar-me, amor,

quan s’apagui la Nit Clara?

Les flames dins el braser

i una estrella a les sabates.

Al gall li ha tornat la veu

a les dotze ben tocades.

Una dona pels carrers

troba el rastre d’una gata.

Per si vens aquesta nit

deixo la porta ajustada.