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Cuestionario Finestres
El Epílogo: Roser Cabré-Verdiell
por
Finestres
24.03.2025

¿En qué momento de la vida has sido más feliz? 

Como un momento es una unidad de tiempo, momentum medieval, que equivale a un minuto y medio clavado, seré precisa: fui muy feliz los primeros noventa segundos de las siete y cuarto de la mañana del jueves 16 de febrero de 2017. 

¿Cuál es tu mayor miedo? 

Un rascacielos, perder la cabeza, un incendio desbocado. Un hombre con pistola, las palomas, el cáncer de esófago. Los puentes, los huesos de conejo, las vías del tren, Una riada, la infelicidad de un hijo, un animal con colmillos y rabia. Los globos, un maniquí sonriendo, el padre Tiempo y la hija Verdad. La violencia gratuita, el tedio existencial, la muerte sin paz.
Y de estas, una es la más grande.

¿Cuál es tu primer recuerdo? 

Es un fragmento luminoso, un relámpago de rompe la oscuridad. No es poesía, fue así: era en una buhardilla de casa de una niña que creo que era una vecina. Tenemos pocos años, a lo mejor cinco. Removíamos cajas y bolsas y cosas diversas. No pasaba demasiada luz, ventanas pequeñas y mucho bulto. Hasta que encontramos un bote largo, opaco, y cuando lo abrimos, lo hizo ella, la otra niña, yo aguantaba con las manos, nos iluminó. Un flash, un estallido. Recuerdo dejarlo de repente, las dos, gritando, huyendo. Quien sabe, a lo mejor era una linterna, que se encendió de golpe, pero a nosotras nos pareció la entrada a otro mundo. No volví jamás. Ni a aquella buhardilla ni a aquel mundo.

¿A qué persona (viva) admiras más y por qué?

Tengo una buena amiga que se dedica a cumplir las ilusiones de niños con enfermedades terminales.

¿En qué época histórica te gustaría haber vivido?

Soy demasiado hija de mi tiempo como para desear otro. Per si pudiera jugar con una máquina del tiempo, me acercaría al Saturno Park de 1911, me pasearía por la Avinguda de la Llum de los 50 o subiría hasta el Park Güell del 23 de julio de 1977, por ejemplo. Por el resto, vivo propulsada hacia el futuro. Pero no lo visitaría ni loca.  

Haznos una pequeña lista de tus libros o autores favoritos.

Montalbetti, Highsmith, Tondelli, Ginzburg, Rodoreda, Merini, Fante, JG Ballard, Sinclair, Lévé, Carson, Desautels, Schweblin, Bonet, Moshfegh, Shepard y todos los que me dejo. 

¿Si pudieras ser un personaje de ficción, cuál serías? 

La senyoreta Nostradamus de Simic. O la Fiammetta de Boccaccio. 

¿Cuál es tu olor favorito? 

El pecorino sard, la resina, la trattoria Fantoni de Bolonia. El agua salada, el lenguado a la brasa, una fageda. El aliento de los hijos, el abrazo del compañero, casa de los padres. 

I de estas, uno es el favorito. 

¿Cómo te defines políticamente? 

Me incomodan las narrativas que prometen las utopías. Me molestan las consignas y los dogmas. Veo el mundo como un lugar donde el individuo tiene que navegar las complejidades de sus propios deseos y miedos mientras vive en comunidad. Siempre me he situado a la izquierda de la izquierda pero no sé si esto tiene ningún sentido, sinceramente. Todo lo que rodea a la política mainstream, las proclamas y los programas, desde la educación al feminismo, pasando por la ecología y la economía, me parece naif y tramposo. Maniobras de distracción. Además, tengo una contradicción absoluta con pensar según qué, o pregonar según qué otra cosa, desde mi privilegio. Soy la persona, políticamente también, más incoherente que conozco.

¿Cuál es tu placer culpable? 

Cualquier caramelo de goma. Poner en peligro mi vida, y de quien me acompaña, colándome en balnearios abandonados, masías olvidadas, parques acuáticos saqueados. Las baladas italianas de los años 50.

¿A quién invitarías en tu fiesta ideal? 

Esta fiesta vive en mi cabeza y en ella beben, comen y bailan todas y cada una de las personas que han sido importantes para mi en distintas etapas vitales. Desde los amigo de las colonias de verano hasta el novio de séptimo de EGB, pasando por profesores de los buenísimos y medio bar de la facultad. Hay gente de Michigan y de Iowa. Hay un hombre de Pensilvania. Hay amigos finlandeses, irlandeses y un buen grupo de italianos. Hay toda la gente bonita que se ha cruzado conmigo a lo largo de cuarenta y dos años y que apetecería abrazar fuerte. Hay toda la gente bonita viva y hay también y sobre todo, mis fantasmas.

Cuéntanos el momento más vergonzoso de tu vida.

Una intervención en un debate televisado. Francamente, me debería haber callado. Solo de pensarlo, piel de gallina y temblores.

¿Cuál consideras que es tu mayor hazaña?

A lo mejor decir que tengo la vida que quería y quiero. Y sentir que siempre, o casi siempre, y el casi es importante porque es por donde pasa la consciencia, he podido escoger.

¿Qué canción o canciones te gustaría que sonaran en tu funeral? 

Si me muriera pasado mañana: C’est la mort, de Stereo Total, You are my destiny, de Mina, We might be dead by tomorrow, de Soko, Good Feeling, de Violent Femmes, Roads we wander, de Sabine McCalla, y para terminar, La vida sigue igual, de la Vieja Trova Santiaguera. 

¿Dónde te gustaría estar ahora mismo? 

A Tskaltubo, Georgia, o en Echmiadzin, Armènia. 

¿Cómo te gustaría ser recordada?

Como una persona que siempre hacía ilusión que estuviera.