TRABAJA CON NOSOTROS

24 de mayo de 2025 

Es la primera vez desde que estoy sola que consigo dormir a oscuras y del tirón. Es la cuarta noche sin Ane. Ella también me ha dicho que esta es la noche que mejor ha dormido desde que no estamos juntas. Anoche, antes de meterme en la cama, estuve leyendo el Diario de una soledad de May Sarton. En la librería, le dije a Marina que me lo había empezado y ella me contestó que romantizaba demasiado mi vida. Quería sentirme acogida estos días, inspirada por Sarton, por eso pensé que era el mejor momento para leerla. Ella también se queja de los ruidos que hace su casa (compensa mi miedo a la oscuridad de una casa vacía), admira la naturaleza que la envuelve (en mi caso, todo cemento, al menos veo el cielo azul desde mi ventana minúscula, aunque hoy hace un día precioso porque ha amanecido completamente nublado, casi blanco) y habla de su frustración o su alegría cuando consigue escribir algo o cuando no escribe nada en absoluto.

Esta mañana, al despertarme, me he empezado el de Cuadernística, de Wunderkammer, porque soy una ansiosa y también porque le he prometido a Aida que escribiría algo para la web una vez me lo leyera. Desde que estoy sola, siento que escribo más que cuando no lo estoy. Ya me pasó en las vacaciones del año pasado: cuando más sola me sentía, más fluía en mí la inspiración, por algún motivo. Creo que cuando está Ane ella es mi interlocutora: no me hace falta escribirlo. Ya le pongo palabras a mis pensamientos, ya salen de mí, de alguna forma. Pero cuando no está, todo se queda ahí, en donde está. Necesito una ausencia para poder escribir. ¿No es eso un poco triste? No estoy segura. En fin, empezarme este librito me ha hecho recordar que hacía un par de días que no escribía nada aquí (y no quiero marcarme un Luis XVI y escribir, sencillamente “nada”). Espero que Aida no se enfade mucho conmigo cuando reciba una entrada de mi diario como texto para la web (porque sí, estas líneas van a ser leídas por alguien que no soy yo; ¿serán acaso las únicas de este cuaderno?). Seguiré buscando una ausencia para escribir, supongo.

Los diarios íntimos son espacios de refugio o de resistencia, puntos de partida para la escritura y rendijas abiertas a la imaginación y el pensamiento. Muchas escritoras, a lo largo de la historia, han volcado su mundo interior y más personal en páginas y páginas escritas a mano, en cuadernos que luego nos ayudan a reconocerlas o a acercarnos a su obra de una forma nueva.

A raíz de la publicación de Cuadernística, que habla precisamente de esto y nos lleva de viaje por los cuadernos donde se gestaron grandes obras, hemos aprovechado para seleccionar algunos de los grandes diarios de escritoras que nos abren las puertas de su alma.